Maravillosa Intensidad by Rosario Montero Calero

Maravillosa Intensidad by Rosario Montero Calero

autor:Rosario Montero Calero
La lengua: spa
Format: epub
editor: Rosario Montero Calero


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Nos presentamos hacia la calle, abrigados, yo sin saber hacia dónde mirar y algo congelada. Varios copos de nieve caen encima de mi nariz, mi organismo no tarda en hacer que estornude. Adrián me sujeta por el brazo para que evite chocar contra la farola. Saca su mano del bolsillo y me tiende un pañuelo con aroma a vainilla.

—Gracias.

Me sueno la nariz y me guardo el pañuelo ahora en mi bolsillo. Caminamos en silencio, es agradable no necesitar llenar el ambiente, estoy más cómoda así y el también. Justo al frente están reformando un piso, el sonido del taladro y varios gritos de unos hombres llenan el espacio.

—¿Qué quieres comer hoy y mañana?—dice una vez que llevamos unos 5 minutos caminando, con las vistas del supermercado Uper.

—A mí me da igual. No tengo ningún problema. Suelo comerme toda la comida menos las habichuelas. Soy una invitada, al fin y al cabo—digo esto último alzando los hombros.

Entramos en el Uper, divisamos a las primeras personas madrugadoras que pasan de venir más tarde de las 10:00 que es cuándo realmente se suele llenar de gente y es imposible poder comprar en condiciones. Y nosotros somos también del mismo grupo claramente.

—¿Qué sueles comer los fines de semana?

—Yo como más en tono reglamentario a mi dieta—murmura mientras entramos en la sección de la fruta—. El sábado como arroz con pechugas y el domingo paella.

—Entonces eso mismo.

—¿Pero te gustan esos platos?

—Me encantan y son mi comida favorita.

Por lo que contemplo en todo el tiempo, él es un hombre que no le gusta mucho hablar. Es algo reservado. En eso nos parecemos.

Me deja que pague la mitad de la compra, seguramente Erick le habrá informado sobre esto. Y sí, yo soy de las que sino pago lo mío no soy persona. No quiero ser una invitada y para colmo “parecer una mantenida” porque no.

Ya tuve suficiente cuando estaba en casa de mis padres y tenía que escuchar a mi padre todos los días diciéndome de que nunca iba a encontrar trabajo porque con esa cara de idiota que tengo no me iban a llamar ni para regalar globos y que siempre sería una mantenida si alguna vez me casaba.

Me he llegado a sentir una imbécil que nunca iba a trabajar. Mi padre siempre me decía que no era atractiva y que para trabajar tener un interesante físico te daba de comer actualmente. Antes no tanto pero ahora, en el siglo XXI, sí y eso hacía que mi autoestima cayese por los suelos. Y es que ahora si pudiera tenerlo en frente me gustaría que viera que en este aspecto está equivocado.



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